Es posible que en alguna ocasión te haya apetecido mucho disfrutar del placer de tomar una copa de un buen vino, pero te hayas privado de ello sólo por evitar abrir una botella que sabes que no vas a terminar de una sentada.
Y cierto es que, como la mayoría de las cosas buenas de la vida, ¡el vino no dura eternamente! El vino, en efecto, se empieza a estropear muy poco tiempo después de haber abierto la botella que lo contiene. Pero, eso sí, es posible seguir algunas recomendaciones para ralentizar el proceso.
Lo primero que tienes que entender es por qué se estropea el vino. Si tenemos que buscar un culpable, debemos apuntar con el dedo al oxígeno. Efectivamente, es la exposición al oxígeno la principal responsable de que el vino de una botella abierta comience a ver mermadas progresivamente sus propiedades organolépticas. Poco a poco, se pierden aromas y sabores y, en último término, el vino puede acabar por convertirse en vinagre.
No existen normas exactas respecto al tiempo exacto que puedes esperar que el vino de una botella abierta se encuentre en buenas condiciones para su consumo ya que ello depende de factores tales como el tipo de vino (por ejemplo, los vinos más jóvenes aguantan mejor que los viejos). Pero, como norma general, puedes tener en mente que un vino aguantará abierto entre tres días y cinco días, una semana en el mejor de los casos.
Eso sí, podrás alargar un poco más la vida del vino abierto si sigues estos consejos:
No mantener la botella abierta
Si, como ya hemos contado, es la exposición al oxígeno la que desencadena el proceso de deterioro, como puedes deducir, lo más conveniente es evitarla al máximo. Es por ello que si ya sabes por adelantado que no vas a terminar la botella que tienes entre manos y que la deberás conservar abierta durante varios días, lo ideal es que la vuelvas a tapar justo después de servir.
Lo aconsejable es que utilices el propio corcho de la botella y que lo cierres lo más herméticamente que puedas, pero en el caso de que éste se haya deteriorado al abrirla, no está de más que tengas a mano un plan B, esto es, un tapón para botellas de vino: son baratos y te salvarán en casos como este.
Traslada el vino a un recipiente más pequeño
Si tienes ocasión, una buena alternativa es la de trasladar el líquido sobrante a un recipiente más pequeño de manera que logres reducir la superficie de contacto con el oxígeno evitando en consecuencia que éste haga de las suyas.
La botella, en posición vertical
Esa misma razón, la de reducir la superficie de contacto del vino con el oxígeno, hace que lo recomendable sea, al contrario de lo que ocurre con las botellas cerradas, que las botellas abiertas se conserven en perfecta posición vertical.
Refrigera el vino
Al igual que sucede con los alimentos, el proceso de oxidación también se ralentiza a baja temperatura así que puedes conservar el vino en un lugar fresco, sin luz directa y seco, en el caso de que dispongas de él, o guardarlo en la nevera. En este último caso, ten la previsión de sacarlo un par de horas antes de consumirlo.
Accesorios
Si quieres una solución más avanzada, puedes procurarte una bomba de vacío que te permitirá extraer el aire de la botella. No detiene el proceso por completo, pero ayuda bastante a ralentizarlo.
¡No te olvides de beberlo!
Recuerda que todas estas recomendaciones te ayudarán a alargar un poco la vida del vino de la botella abierta pero no esperes milagros. Lo mejor es que te acuerdes de rescatar la botella a tiempo para que puedas disfrutarla antes de que se haya echado a perder. ¡Sería una pena!
Beber vino sin abrir la botella, ¿es posible?
Aunque pueda parecer cosa de ciencia ficción, existe una alternativa que os permitirá beber un vaso de vino sin necesidad de abrir la botella que lo contiene. Se trata del sistema Coravin, una herramienta que permite extraer el vino sin desplazar el corcho a través de una aguja que lo perfora. El volumen de vino que se extrae de la botella se sustituye por gas argán (inocuo para el líquido). Una vez retirada la aguja, el corcho se vuelve a dilatar y la botella queda sellada sin que el vino haya entrado contacto con el oxígeno, por lo que éste continúa envejeciendo de forma natural, sin deteriorarse. Este avance ha permitido, por ejemplo, que muchos restaurantes puedan ofrecer a sus clientes la oportunidad de disfrutar de vinos de alta gama por copas. La herramienta también está a disposición de los particulares y su precio ronda los 300 euros.