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El vino en la literatura española

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“Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo”, le escribía al vino Federico García Lorca en un precioso homenaje compuesto de palabras. Y no es, ni mucho menos, el único autor español que lo ha elogiado, y es que vino no sólo es un alimento fundamental de la dieta mediterránea: es parte de nuestra vida y, por tanto, de nuestra cultura. Es por ello que aparece en todas las manifestaciones artísticas y culturales, del arte a la música popular, de la literatura al cine, de los refranes a las fiestas populares pasando por la simbología religiosa.

Si nos atenemos a nuestras letras, las menciones al vino son infinitas, prácticamente inabarcables. En el post de hoy y como buena muestra de esta magnitud, vamos a buscar las menciones al vino en algunas de las obras literarias más representativas de las letras patrias. En no pocas ocasiones ¡se trata de un personaje más!
El libro del Buen amor
Entre los amoríos del célebre Arcipreste y las enseñanzas que se narran en el ‘Libro del Buen Amor’ (fechado entre 1330 y 1343 y también conocido como ‘Libro de los Cantares’) encontramos una sabia recomendación referente al vino que ensalza sus bondades por una parte mientras invita a consumirlo con moderación por otra: “Es el vino muy bueno en su mesma natura, muchas bondades tiene, si se toma con mesura”.
La Celestina
Otro de los grandes elogios al vino de nuestra literatura se encuentra en ‘La Celestina’  (1499-1500) de Fernando de Rojas, en boca de la vieja alcahueta, quien asegura, entre otras cosas, que el vino le calienta la sangre, le hace andar alegre y le libra de temores. “Esto quita la tristeza del corazón más que el oro ni el coral, esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los cerebros, saca frío del estómago…”, dice la Celestina. Y continúa…
El lazarillo de Tormes
En ‘El lazarillo de Tormes’ (1554), el máximo exponente de la picaresca española, el vino también juega un papel protagonista apareciendo en no pocas ocasiones. Una de las escenas más representativas de la obra es aquella en la que el pillastre Lázaro se las ingenia para beber el vino de su amo ciego. Primero, robándole unos sorbos del jarro, después y ante sus sospechas, intentándolo con una pajita y, cuando el amo comienza a guardar el jarro entre las piernas, a través de un agujero en el cántaro que tapaba y destapaba con un tapón de cera. El desenlace es bien conocido: ¡el pobre Lázaro acabó por recibir un cantarazo en la cabeza!
El Quijote
Hasta en 43 veces se menciona al vino en El Quijote (1615), la obra más universal de nuestra literatura. Hay pocos personajes más entusiastas del vino en toda la literatura universal, que el célebre escudero Sancho Panza a quien Miguel de Cervantes perfiló no sólo como ejerciente de gran afición sino como poseedor de todo un don en su conocimiento. “No será bueno, señor escudero, que tenga yo un instinto tan grande y tan natural en esto de conocer vinos que, en dándome a oler cualquiera, acierto la patria, el linaje, el sabor y la dura y las vueltas que ha de dar, con todas las circunstancias al vino atañeras”, llega a plantearse Sancho.
Como veis, literatura y vino forman un excelente maridaje. Y si no es mala idea disfrutar de un buen libro acompañado de un buen vaso de vino, tampoco lo es disfrutar de una buena película en compañía de vino y palomitas. Pero para eso habrá que esperar a la próxima semana…

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