Una vez comentado cómo funciona la guía más influyente del planeta hoy vamos a incidir en otros sistemas métricos que utilizan otras guías y además añadiremos el funcionamiento de los diferentes certámenes nacionales, o internacionales, de vinos y su repercusión.
Y es que al igual que en el cine (los Oscars), literatura (premio Nobel o Planeta) o música (los Grammys), en el mundo del vino también hay premios y concursos más allá de las notas ya comentadas.
Aunque menos famosos, no subestimemos su importancia, a modo de anécdota, por ejemplo, para importar vino a países asiáticos con éxito es fundamental haber destacado en alguno de los siguientes certámenes.
El más importante, sin duda, es Decanter, creado por la revista especializada homónima, en el Reino Unido. Los cientos de vinos que reciben cada año, tienen que superar una evaluación preliminar para acceder a la sección oficial (como los festivales de cine).
Su jurado está compuesto por bodegueros, distribuidores, periodistas del sector, Masters of Wine y Master Sommeliers. Las medallas se dividen en Platino, Oro, Plata y Bronce, pudiendo haber múltiples en cada categoría. También hay “recomendados”, sin medalla ni mención, pero que son identificados por una pegatina de color azul.
Otros parecidos y también británicos son los International Wine Challenge (IWC), que, por primera vez, tuvieron edición solo española en una gala celebrada en octubre del año pasado en Madrid. A diferencia de la anterior aquí, entre varios nominados, sólo hay un ganador.
Uno que habréis visto mucho en forma de pegatinas en la etiqueta de las botellas es el Concours Mondial de Bruxelles Wine Competition autoproclamándose como el Campeonato Mundial del Vino, también hay varios ganadores por cada categoría.
Ciñéndonos a uno estrictamente español, el más prestigioso y único con reconocimiento de la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino), son los Bacchus Internacional, otorgados por la Unión Española de Catadores (UEC) y, al menos, un centenar de catadores profesionales.
Se celebra en Madrid, durante cuatro jornadas siendo sus distinciones: Gran Bacchus de Oro, Bacchus de Oro y Bacchus de Plata.
En cuanto al ramo este es, más o menos, el panorama.
Insistimos en que hoy en día las puntuaciones, o resultados de concursos, afectan directamente a las ventas, precios y prestigio de las bodegas del mundo entero por lo que merece la pena volver ahora y analizar otras praxis de guías, aparte de la ya comentada.
Y es que hay otros sistemas aparte del de 100 puntos. Sin ir más lejos, el sistema de 20 puntos desarrollado por unos académicos californianos que no iba destinado al consumidor final, si no que fue un ejercicio técnico para dar con un tipo de evaluación lo más objetiva posible.
Para ello crearon la llamada “Ficha Davis” que básicamente se basaba es aspectos objetivos del vino y no tanto en la opinión que nos merece, más que alabar era un sistema de detección de defectos en el aspecto, acidez, astringencia y similares.
Así, realmente, empezó todo, pero hoy nadie duda de que las puntuaciones de las publicaciones o concursos más relevantes como los ya comentados no son tan sistemáticos cómo pretendían estos docentes, sino más bien subjetivos reflejando los gustos de cada catador. Y no lo esconden.
De hecho eso es lo más valorado, que el firmante de la cata se implique, argumente y valore a través de su gusto personal un determinado vino.
Volviendo a los 20 puntos, denominado europeo, a partir de que lo introdujese la guía francesa ‘Gault-Millau’ muchos años antes (1970) de que nadie empezase a utilizar los números para calificar con vistas al consumidor final. De hecho lo aplicaban también a restaurantes.
Queda la cosa como sigue:
19 y 20 Vino extraordinario, de clase mundial.
18 y 17 Gran vino.
16 y 15 Muy buen vino.
14 y 13 Buen vino, por encima de la media.
12, 11 y 10 Vino correcto.
Reconocemos que con sistemas tan diferentes, resulta algo complicado armonizar las notas.
Por supuesto hay otras fórmulas no numéricas con menos marchamo científico utilizando diferentes símbolos (estrellas, uvas, copas… etc)
Luego aparecen voces críticas, ya que dado por sentado que estamos ante opiniones subjetivas, no hay razón para anteponer sus gustos a lo nuestros impidiendo que cada consumidor explore por sí mismo. Que se pierda esa gran aventura sensorial que es investigar, probar y reflexionar sobre lo que nos gusta e incidir en ello sin dejar de perder la oportunidad de descubrir nuevos vinos de cada vez más regiones, climas y países.
Realmente es en Montecillo con lo que estamos más de acuerdo, sin dejar de animaros a que consultéis un manual o una terna de ganadores, relativizad sus notas y nunca las supeditéis a vuestro propio gusto, no hay escala que sepa más de eso que vosotros mismos.
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