Hoy toca abordar las guías de vinos. En qué consiste su utilidad y, lo más importante, describir sus sistemas de puntuación. Realmente sabemos que es lo único que os importa.
A pesar de ello cabe recalcar que una guía, en esencia, es aquel manual de consulta en el que se contiene un directorio de bodegas, organizadas por regiones, que nos describen sus diferentes vinos.
Una especie de catálogo desarrollado con información básica (direcciones y teléfonos de contacto) y especializada (descripción de la crianza de los vinos o notas de cata).
Pero esta parte, no nos engañemos, queda en un segundo plano primando la parte de la crítica de estos vinos: los puntos.
Esto es lo que ha hecho famosas e influyentes a las diferentes publicaciones que versan sobre esta materia.
En España, por fama, destaca sobre todas la Guía Peñin, fundada por José Peñin, (aunque hay otras muchas como Proensa, Vivir el Vino, o las entregas semanales de la sección de vinos del Diario “El Mundo”) pero en el resto del planeta la única capaz de incidir en el precio de un vino, de hacer que se agote en minutos, la de los famosos puntos Parker, en alusión a su creador Robert Parker, la norteamericana The Wine Advocate (El Abogado del vino).
Aquí es importante incidir que el sistema y la metodología de cada guía es personalísima, aunque compartan una escala de 100 puntos (también las hay de 20 puntos), unas son a ciegas (asignan la nota sin saber que vino es), otras a botella vista (esto es lo más normal), en unas sólo hay una persona para catar, en otras hay todo un comité de cata… no podéis perder de vista que no deja de ser una manera de sintetizar una crítica y como todas están sujetas a la subjetividad.
Vosotros, el consumidor final, siempre tendréis la última palabra.
Volviendo a la praxis “The Wine Advocate”, la cata de los vinos antes era “a ciegas” pero desde hace unos años se ha abandonado esta modalidad. Dicha cata se ampara en un sistema de puntuación, basado en el sistema escolar americano, consistente en lo siguiente:
En primer lugar, a todo líquido que provenga de la fermentación de la uva se le asigna 50 puntos de partida, es decir, un 50 es un 0.
El color y el aspecto suman 5 puntos (lo normal es dar 4 ó 5 puntos porque todos suelen estar bien hechos en este sentido, los vinos con más turbidez que suelen ser naturales no salen penalizados porque es su contexto real).
El aroma y todo lo que es la cata en nariz pueden conseguir hasta 15 puntos.
Todo lo que es el paso por boca recibe hasta 20 puntos. Esto implica un posicionamiento ya que el sector más experto opina que nariz y boca deberían pesar por igual.
Por último, y la que a la postre da el valor añadido a una botella, el nivel de calidad global y el potencial de evolución futura reciben hasta 10 puntos.
En esos 10 puntos está la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Parker siempre ha comentado que ideó este sistema teniendo en cuenta que hay que subestimar la calidad del vino en lugar de sobreestimarla.
Vamos a ver en qué se traducen esos arcos de notas.
96-100: Estamos ante un vino extraordinario, que posee todos los atributos esperados en un vino arquetípico de su región. Este margen es el que provoca especulación y triplica o cuadriplica el precio de una botella al ser buscados por todos los coleccionistas de vino a nivel mundial.
90-95: referencia sobresaliente de complejidad. Grandes vinos pero sin la excepcionalidad anterior.
80-89: vino correcto, por encima del promedio, que ofrece buenas sensaciones de fineza y sabor.
70-79: el vino calificado con este puntaje es vino promedio desde el punto de vista técnico pero con nada a destacar.
Por debajo de esta puntuación no son dignos de mención.
También os decimos que, en la práctica, todo lo que no esté, al menos, en 90 puntos es considerado, en los circuitos iniciados, un vino menor.
Su objetivo al ser todos los vinos del mundo se delega en diferentes expertos repartidos por toda la geografía planetaria.
Por ejemplo en España, Argentina, Chile y Jura el encargado es Luís Gutiérrez, entendido español de dilatada trayectoria con verdadera pasión por el vino y la viña, que mira con especial mimo a los elaboradores con respeto por la tipicidad de su región.
Eso es importante ya que, aparte de lo comentado, en cada puntuación, también se trata de entrar a valorar, por eso no son “a ciegas”, el proyecto en sí, la historia detrás de cada vino, la identidad y la autenticidad del terroir.
La guía está en permanente evolución, quizá sea una de las claves de la conservación de su supremacía. Por ejemplo hasta hace unos años sólo se recomendaban vinos disponibles en el mercado estadounidense. Ya no es así, ahora su campo de acción es total.
Lo que sí se mantiene es que los vinos han de ser muestras comerciales, disponibles en el mercado, nada de pruebas de barrica ni de depósito. Sólo productos acabados.
Además Parker ha ido cediendo protagonismo, de hecho anda prácticamente retirado, reservándose sólo para sus zonas preferidas, básicamente Burdeos y Norte de California, siendo Lisa Perroti-Brown la actual directora de la guía (que también es Master of Wine y encargada de la crítica de Australia y Nueva Zelanda).
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