En publicaciones anteriores ya hemos hablado de las uvas de la D.O.Ca. Rioja, de su crianza, y correspondientes categorías, así de cual es óptimo, siempre a priori, para según qué situación social.
Estamos a la que salta. Dicho esto, aún no hemos explicado cómo empezó todo.
Ya que todo el mundo da a la D.O.Ca. Rioja como una de las regiones más buscadas y prestigiosas del planeta, hoy vamos a comentar el punto de origen de esta leyenda líquida que son los vinos riojanos.
Origen
La historia del vino de Rioja recoge una larga tradición de vinificación en la región española del valle del Ebro. Está comprendida entre los Montes Obarenes, la Sierra de Cantabria al norte y la Sierra de la Demanda al sur.
Durante la edad Media el cultivo de la vid en Rioja aparece muy ligado a la iglesia y los monasterios. Igual ocurrió en otras zonas vitivinícolas europeas, sin duda por la trascendencia que tenía el vino para la religión cristiana.
Los historiadores suelen atribuir a los fenicios la plantación de las primeras vides en la península Ibérica, muchos siglos después de que el vino ya hubiera sido descubierto por las civilizaciones mesopotámicas como fruto de la fermentación alcohólica del zumo de la uva.
Por lo tanto es probable que los primeros pueblos sedentarios que colonizaron el valle del Ebro, hábitat propicio para el desarrollo de la “vitis vinífera” elaboraran vino para autoconsumo mucho antes que la llegada de los romanos, que en 179 a. de C. habían fundado Alfaro.
Hasta el SXV el vino elaborado por los cosecheros riojanos tenía como principal destino el autoconsumo. En su mayoría procedía del diezmo de iglesias y monasterios. También de los abundantes viñedos que estos poseían.
El comercio de los vinos Riojanos se ve limitado por su transporte por tierra. Aunque existe constancia de venta de vino en Italia, Francia y Flandes a través del puerto de Bilbao. El comercio exterior del vino es mucho más débil que el alcanzado por el comercio de la lana riojana. Además, no adquiere el desarrollo que en otras zonas como Oporto y Burdeos propician transportes marítimos y fluviales.
Rioja deberá espera su oportunidad hasta la llegada del ferrocarril en el S. XIX.
Punto de inflexión
Pero hasta la epidemia de filoxera que afectó a los viñedos franceses a finales del siglo XIX, no emergió Rioja. Esto se debe a que no resultó afectada hasta varias décadas más tarde.
Este fue el punto de inflexión que supuso el impulso a la expansión y modernización de la industria de sus vinos. Tanto por la apertura al mercado francés, como por la popularización de nuevas técnicas de vinificación. Algunas de ellas traídas por viticultores franceses que buscaban nuevas tierras no afectadas por la epidemia.
Así hasta 1925, año en que se reconoció a la región con la distinción de Denominación de Origen, siendo la primera en constituirse en España.
Dicho esto vamos a detenernos en ciertos momentos clave.
Fechas señaladas
El documento más antiguo conservado, que hace referencia a la existencia de vid en Rioja, data de 873. Procede del Cartulario de San Millán. Trata una donación que tiene como protagonista al Monasterio de San Andrés de Trepeana en donde había viñas.
En cuanto a viticultura hasta dos siglos más tarde no se hace referencia. Ahí nos encontramos con la “Carta de población de Longares”, concedida por Don Gómez, obispo de Nájera, en julio de 1063. En ella se imponía a sus vecinos una servidumbre a favor del monasterio de San Martín de Albelda, de “dos días de arar, dos días de cavar, dos días de entrar, dos días de cortar y uno de vendimiar”.
Pero fuera de estas anécdotas hay que irse hasta el S.XVIII. Manuel Quintano, canónigo de la catedral de Burgos, aprendió durante un viaje realizado en 1787 a la región francesa de Médoc, las técnicas de elaboración de vinos que allí utilizaban.
Nuevas técnicas
Estamos ante un momento en que Burdeos está a punto de coger fama mundial gracias a Thomas Jefferson que hacía de embajador estadounidense en Francia. Fue el responsable de que el mítico dulce blanco Château d´Yquem fuera embotellado.
De hecho una de las colecciones de vino más cotizadas de la historia, con botellas por encima de los 200.000 euros, es la colección Thomas Jefferson 1787.
Volviendo a Don Manuel, una vez en España pone en práctica en su explotación vinícola de Labastida las nuevas técnicas descritas en “Método para hacer el vino en Burdeos” de lo que había aprendido en esta ciudad. Fue un año complicado por las abundantes lluvias durante el período vegetativo, pero limpió las uvas antes del prensado, controló el tiempo de fermentación, realizó trasiegos y clarificó el vino con clara de huevo.
El estrujado de los racimos elimina el raspón para dar lugar a vinos que se conservan mejor (vinos con mayor acidez total y un pH menor que si se empleara el encubado de racimos enteros).
Trasiegos para separar las heces que daban al vino el carácter tosco y la utilización de barricas para conservar y transportar el vino, evitando el mal gusto del pellejo.
También se incluían recomendaciones sobre el cultivo de la vid, la necesidad de emplear uvas más selectas en la elaboración y la fórmula para producir un enriquecimiento en azúcar echando a las uvas en fermentación una parte del mosto previamente sometido a cocción
Esto era puro I+D.
La semana que viene seguimos, que todavía queda mucho que contar 🙂