Si sois observadores, habréis visto en más de una botella de vino el aviso “contiene sulfitos” y es posible que no sepáis muy bien a qué se refiere esta afirmación y lo que implica. ¿Qué son los sulfitos? ¿Por qué es importante que estén en el vino o no? ¿Pueden resultar perjudiciales? En el post de hoy os sacamos de dudas. ¡Seguid leyendo!
¿Qué son los sulfitos?
Para entendernos, basta decir que los sulfitos (también se habla de sulfurosos o de compuestos de azufre) son los compuestos antioxidantes y antimicrobianos que, como ya sabéis, contiene el vino. Su principal función es la de conservarlo.
¿Cómo han llegado los sulfitos al vino?
Los sulfitos pueden presentarse en el vino por dos causas diferentes:
- De la materia prima (uva). Determinados tratamientos fitosanitarios, sobre todo para controlar ciertos hongos (oídio) hacen necesario su uso en la viña, estos tratamientos tendrán que estar muy controlados (a través del cuaderno de campo que gestionan los viticultores) y con un plazo de seguridad previo a vendimia para que no afecte al futuro vino. Este es el único producto permitido en uvas ecológicas (con unas dosis muy estrictas).
- De forma natural. Esto es así porque la fermentación de las levaduras produce una pequeña cantidad de sulfitos. Por tanto, no existe ningún vino sin sulfitos.
- Añadido al vino por decisión del enólogo, como aditivo.
¿Por qué se añaden sulfitos al vino?
Cuando el enólogo decide añadir sulfitos al vino, lo hace para beneficiarse de las ventajas que estos aportan. Algunas de ellas son:
- Efecto antioxidante, que consiste en proteger el vino frente a la oxidación (evitando que se transforme en etanal y se pierdan el color y aromas).
- Efecto antiséptico frente a levaduras, bacterias y otros microorganismos vivos, controlando la población.
- Efecto antimicrobiano, evitando el desarrollo de microorganismos nuevos indeseados.
¿Cuándo se añaden los sulfitos?
Se pueden aplicar azufre (en forma de sulfuroso habitualmente) al vino en varios momentos del proceso de elaboración: en el mosto antes de la fermentación, en el vino ya fermentado, en las barricas (gaseoso) o, incluso previo al embotellado. Una vez adicionado en el vino, el sulfuroso se combina formando sulfuros y los sulfitos.
¿Son malos para la salud los sulfitos?
La utilización de azufre se encuentra regulada por ley y el uso permitido en relación cada tipo de vino (150 mg de sulfuroso/por litro en los tintos, 200 miligramos de sulfuroso/por litro en el caso de blancos y rosados) es, como cabe esperar, completamente seguro para la salud ya que es un análisis de obligado cumplimiento.
Ahora bien, como ocurre con otras sustancias como la lactosa o el gluten, algunas personas son intolerantes o alérgicas a los sulfitos y para ellas sí está contraindicado su consumo, de ahí la obligatoriedad de indicarlo en la etiqueta.
¿Cómo puedo saber si una botella tiene sulfitos?
Si se trata de un vino comprado en España podrás saberlo mirando la etiqueta ya que indicarlo se trata de un requisito impuesto en la legislación europea cuando la cantidad de sulfitos supera los 10 mg por litro. Lo que no podrás saber, a no ser que el fabricante decida indicarlo expresamente, es la cantidad exacta de sulfitos (aunque se encontrará dentro de los límites señalados anteriormente).
¿Hay vinos sin sulfitos?
Como ya hemos indicado, todos los vinos tienen una pequeña cantidad de sulfitos generada de manera natural durante la fermentación, aunque algunos vinos se producen sin utilizarlos artificialmente durante el proceso. Por ello, podemos concluir que existen vinos sin sulfitos añadidos.
¿A qué saben los sulfitos?
Si te preguntas si podrás detectar la presencia de sulfitos en un vino por su olor o sabor, la respuesta es que casi con toda probabilidad no serás capaz de hacerlo a menos que estén en una dosis elevada (picor de nariz, punzante). Los expertos catadores sí pueden encontrar las diferencias en dosis más moderadas de uso.
¿Están presentes en otros alimentos o bebidas?
Efectivamente, podrás encontrar sulfitos en otras bebidas (la cerveza o la sidra, por ejemplo) y en algunos alimentos como embutidos, galletas, pasteles, patatas, hamburguesas, frutas secas o salsas.
En conclusión, pese a su mala fama, los sulfitos del vino, lejos de ser nocivos para la salud se utilizan en la elaboración del vino por sus múltiples beneficios como conservantes y para controlar ataques microbianos y, salvo que seáis intolerantes, no tenéis que preocuparos por su presencia.