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Requisitos para formar parte de una D.O. y una D.O.Ca.

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Ya sabemos el origen de las cosas, ahora vamos a profundizar en ellas.
Venimos contextualizando y definiendo lo que es una D.O. o, en el caso de Rioja, lo que es una D.O.Ca. Pero aún no hemos visto qué nos exigen, por ejemplo a Montecillo, para estar ahí.
Detalle de la Bodega Montecillo
Todos comprendemos que es mejor estar que no estar. Ello es garantía de calidad, aparte de certificación de la procedencia de lo que bebemos. Pero en este capítulo vamos a concretar, la parte interesante eso sí, qué exigen una D.O. y nuestra D.O.Ca. para adscribirse a ellas. Para que veáis nítidamente la diferencia y podamos ir más allá del simple concepto.

Requisitos para obtener la categoría de D.O.

Comenzamos. Para que un vino obtenga la categoría de Denominación de Origen debe cumplir los siguientes requisitos:
Los vinos deben ser elaborados en la región o el lugar determinado de la D.O. con uvas procedentes exclusivamente de esa zona geográfica.
Esto os sirve para que dejéis de creer ese mito, desgraciadamente extendido, de que en Rioja se trae uva de otros lados.
Seguimos…
Deben tener unas características especiales. Por supuesto, también una calidad que solo se pueda conseguir gracias al medio geográfico en el que se han elaborado. Esta parte se consigue de manera objetiva, hasta donde es posible.
El Consejo Regulador exige unos niveles determinados de características, vamos a decir, físicas del vino (acidez, grado, azúcar residual…) o sensoriales (color, turbidez).
Para conseguir el reconocimiento de Denominación de Origen tienen que haber transcurrido al menos cinco años desde que se reconoció al vino como producto de dicha zona.
Conseguir todo esto no es fácil y de hecho actualmente sólo hay setenta D.O. en toda España.
Viñedo de Bodegas Montecillo

Requisitos para obtener la categoría de D.O.Ca.

Pero ya hemos dicho, Rioja consiguiera su mención de Calificada en el año 1991.

Zonas de producción de vinos de La Rioja

Volviendo al punto geográfico y por delimitar territorialmente a la región, el viñedo Riojano se extiende por ambos márgenes del río Ebro delimitado por la sierra de la Demanda y la sierra de Cantabria.
Se distinguen tres zonas de producción:

  • Primera zona: Rioja Alta (municipios de La Rioja y de la provincia de Burgos).
  • Segunda zona: Rioja Baja (municipios de La Rioja y de Navarra).
  • Tercera zona: Rioja Alavesa (municipios de la provincia de Álava, País Vasco).

Tipos de suelo para la producción de vinos

Y cerramos poniéndonos algo técnicos. Los viñedos se asientan sobre suelos de arcilla calcárea en las zonas altas. Sin embargo, de arcilla ferruginosa y suelos aluviales en las tierras cercanas a los ríos.
Los suelos arcillosos, al ser impermeables, ofrecen una mayor retención de los nutrientes que lleva el agua ofreciendo vinos más concentrados, de más estructura, pero sin el perjuicio de la alta graduación alcohólica.
Los calcáreos suelen tener aromas más complejos y los ferruginosos, mayor intensidad cromática.
De los suelos aluviales resultan vinos más ligeros, menos complejos pero fáciles de beber.
Aún así a día de hoy esto no deja de tener mucho de convención. Sigue siendo discutido que los suelos doten de diferentes características a los vinos. Es un debate ni mucho menos cerrado.

Cómo influye el clima en el sabor del vino

En cuanto al clima, toda la zona se beneficia de la combinación del clima mediterráneo (propio del valle del Ebro) y el clima atlántico (por proximidad con el Cantábrico).
Por lo tanto, sin salir de la Rioja, podréis ver las diferencias entre los vinos de influencia atlántica (Rioja Alavesa) y mediterránea (Rioja Baja).
Ya profundizaremos, pero los primeros son ácidos y elegantes y los segundos potentes y concentrados.
Montecillo realmente tiene de ambas partes. Pero sí que tenemos un perfil más atlántico, hay potencia pero nuestra finura se impone sobremanera.
Así es como interpretamos nuestra tipicidad.

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