El Palacio Real de Madrid, que supera con creces el tamaño del palacio de Versalles o Buckingham, está situado en la zona más antigua de la capital madrileña, en el lugar donde se levantaba el antiguo Alcázar y la muralla árabe del siglo XI. Por este motivo podemos encontrar amplias plazas de inspiración parisina y callejones de herencia musulmana y medieval. En este turístico barrio, conocido popularmente como Ópera por el Teatro Real, James ha descubierto tres paraísos gastronómicos sin igual.
LA BOLA
El cocido madrileño es de esos platos que tienes que probar si estás en la capital de España. En pleno centro y a unos metros de Sol encontramos la taberna La Bola, en la calle de la Bola 5. Son especialistas en este guiso desde hace 150 años, cuando la bisabuela de Mara, la propietaria actual de este negocio familiar, hacía el guiso a fuego lento y en una olla de barro. A día de hoy mantienen esta elaboración tradicional, ofreciendo al cliente un cocido único, con gallina, tocino, garbanzos, sopa y una salsa de tomate que lleva comino para facilitar la digestión. Si a esta montaña de comida la acompañamos de un Montecillo Gran Reserva, convertiremos este almuerzo en algo difícil de olvidar. Por eso muchas personalidades de todas las épocas, como Camarón de la Isla, Ava Gardner o Camilo José Cela, han pasado por sus cubiertos.
LA LONJA DEL MAR
Aunque Madrid no tenga playa, es uno de los mejores lugares para comer pescado del mundo, ya que hasta la capital llega toda la mercancía que procede de los diferente puntos costeros del país. Por esta razón se considera Madrid la mayor lonja de España. La Lonja del Mar, situada en la Plaza de Oriente 6, es uno de esos lugares que selecciona lo mejor que arriba a la ciudad y lo ofrece al natural, sin elaboraciones excesivamente recargadas. Una cita ineludible si eres un enamorado del pescado ahumado, crudo o marinado. Una experiencia de sabores para disfrutar de lo más sabroso de nuestros mares en un local de diseño sofisticado y luminoso.
SAN MIGUEL
El Mercado de San Miguel, ubicado en la Plaza de San Miguel s/n, conserva su bella estructura original de hierro forjado de principios del siglo XX, de un estilo elegante muy característico de las construcciones de uso público en la Europa de la época.
Recientemente, un grupo de inversores decidió salvar el edificio, dotándolo de nueva vida al convertirlo en el mercado gourmet que se puede disfrutar hoy en día. Este mercado te invita a pasear por sus innumerables y variados puestos, como hizo James, y dejarte llevar por las delicias que puedes encontrar en ellos: tapas de todos los colores, sabores y aromas.
Una opción es consumirlas en el mismo puesto o llevártelas allí donde quieras hacerlo. Por ejemplo, a la Taberna Pinkleton & Wine, indiscutible referencia para maridar con buenos vinos cualquiera de las tapas del mercado. James, mientras bebía este inigualable Montecillo Gran Reserva Selección Especial de 1994, se preguntaba dónde estaría durante aquel año: en Nueva Zelanda, desde luego, pero seguro que no bebiendo un vino tan bueno.
