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Todo lo que podemos saber del vino en su etiqueta

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De manera similar a cómo una buena novela se nos presenta en su portada y en su contraportada, la carta de presentación del vino está en su etiquetado.
La etiqueta es nuestro primer contacto con una botella de vino que aparece ante nuestra vista en un restaurante o en una tienda. Y la etiqueta nos da la información suficiente que nos ayuda a conocerlo un poquito mejor antes de abrirlo y probarlo. Es el primer acercamiento, el que genera las primeras expectativas.
Todo lo que podemos saber del vino en su etiqueta
De lo que la etiqueta de una botella de vino quiere y, en muchos casos, debe contarnos es precisamente de lo que vamos a hablar en el post de hoy.

El etiquetado del vino en España

La primera apreciación es que, cuando hablamos de etiqueta, lo hacemos en el sentido amplio de etiquetado, es decir, que la información de la que vamos a hablar a continuación puede figurar en la etiqueta frontal, en la trasera, en el anillo de la botella, en el collar, etc.
La segunda es que, como podéis imaginar, el etiquetado de las botellas está regulado. En el caso de España, parte de la normativa es europea y parte es estatal. Con muy pocas excepciones (por ejemplo, la de una partida pequeña de botellas que se van a destinar al autoconsumo), toda botella de vino debe estar etiquetada.
En la etiqueta encontraremos pistas sobre la naturaleza, la identidad, las cualidades, la composición, la cantidad, la procedencia… Mucha información que debe expresarse con claridad y no llevar a engaño. Parte de esta información debe aparecer necesariamente en todas las etiquetas mientras que otra parte puede aparecer o no, de forma facultativa.

Datos que deben aparecer en la etiqueta

De entre los datos que deben figurar en todas etiquetas de forma obligatoria, destacan los siguientes:

  • La categoría del producto (vino, vino de aguja, vino espumoso, etc.) o la Denominación de Origen Protegida o Indicación Geográfica Protegida, en su caso (en nuestras etiquetas aparece la Denominación de Origen Calificada Rioja).
  • El grado alcohólico adquirido, expresado en porcentaje sobre el volumen total (% vol). Como curiosidad, la normativa exige que este dato aparezca en un tamaño mayor cuanto más alto es el grado alcohólico.
  • El volumen.
  • La procedencia de las uvas (que pueden haber sido cosechadas en uno o en varios países).
  • Indicador de azúcar en el caso de los espumosos (con los términos brut, seco, semi seco, dulce…).
  • El embotellador (o el productor o vendedor si hablamos de espumosos).
  • El importador, cuando el vino haya sido importado, o el número del Registro de Envasadores de Vino, si ha sido embotellado en España.
  • El número de lote.
  • Los alérgenos que pueda contener el vino (tales como los sulfitos o los derivados del huevo de los lácteos), o la indicación de que contienen anhídrido carbónico para los espumosos.
  • El símbolo sobre el sistema de reciclado del envase.
  • La advertencia sobre el riesgo de consumo de alcohol para mujeres embarazadas.

Excepto los tres últimos puntos, el resto deben figurar en el mismo campo visual, ser claramente distinguibles e indicarse en caracteres indelebles.

Datos que pueden aparecer en la etiqueta de forma facultativa

Entre los datos que pueden o pueden no aparecer en la etiqueta, encontramos:

  • La añada, esto es, el año en el que se cosechó la uva. El requisito es que al menos el 75% de la cosecha proceda del año en cuestión.
  • La variedad o variedades de uva empleada/s.
  • El método de producción (por ejemplo, vino fermentado, criado o envejecido en barrica…).
  • Términos tradicionales, tales como “Amontillado”, “Añejo”, “Chacolí”, “Reserva” o “Gran Reserva”.
  • El contenido de azúcar en los vinos no espumosos (conforme a los términos seco, semiseco, semidulce o dulce).
  • El signo CE.
  • La marca comercial.

Todos estos datos pueden aparecer en una o en varias lenguas de la Unión Europea a excepción de los alérgenos, que necesariamente deben figurar, al menos, en la lengua oficial del estado miembro.
¿Os habíais imaginado con anterioridad toda la cantidad de información que puede contener algo tan pequeño como la etiqueta de una botella de vino? ¿Os ha sorprendido?

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